lunes, 21 de noviembre de 2016

DIA 1 - SABADO 19 - DE LLENO A LA COSA.

La festimanía en auge.
Me desperté exaltado. La sensación de que el Festival y todas sus películas se me escurrirían por entre los dedos me ponía nervioso. Sin desayunar, cruzamos hacia el Hotel Provincial donde se ubican los sectores de informes y la cuestiones administrativas del Festival.

Compramos acreditaciones, pero para que estas empezaran a correr había que esperar la actualización del sistema. Nos metimos a desayunar en el barcito de la esquina. Buen augurio: en una mesa contigua desayunaba una vieja muy parecida a Woodie Allen. Me senti bienvenido.
Señora Woodieforme
Decidimos mandarnos al cine Ambassador, a ver si podíamos pagar entradas para lo que sería nuestra primer película, y así lo hicimos. En la peatonal cruzamos padres divorciados llevando a sus hijos a los fichines, y vendedores de regalerías autóctonas saludándose con empleados de casas de alfajores. 
El cine Ambassador ofrece un diseño demodé muy bonito y algo kisch. Hay dibujos y fotos de famosos, además de esas terminaciones alla "Chicago" en su arquitectura. Las fotos que Mariela identificó con Evita y Kennedy eran, creo, Marilyn y James Dean.
Cines eran los de antes
El noble Ambassador.



A Cugat le cuelgan las maracas.
Sexo, Maracas & Chihuahuas: documental, hecho por un Catalán, sobre el músico coterráneo Xavier Cugat, archiconocido maestro de orquesta del Hollywood clásico. La película carecía de buenas entrevistas, pero la biografia era suficientemente interesante y mediática como para sacarnos a pasear por el universo glamoroso de un Hollywood de antaño, en que la latinidad tenía más que ver con erotismo, y músicas, sabores o placeres exóticos, que con un ideario de narcoguerrillas o villamiserias estadounidenses. La peli hizo hincapié en las conexiones de Cugat con muchos capos de la historia yanquee del siglo XX: Sinatra, Rita Hayworth, Woodie Allen, Al Capone y todos los presidentes estadounidenses. Pero se ve que el realizador no contó con mucha llegada, ya que casi no tenía declaraciones de ninguno de ellos. Algo chocante era que la biografia se contaba en "matrimonios", sin explicitar algo que a la luz de las actuales nociones de género vislumbramos: se hablaba de un señor picarón, pero se veía más bien a un viejo machista, pajero y casi pedófilo, que supo abusar de la impunidad que le otorga el star system a sus campeones.

Por otro lado, la música de Cugat era buenísima, y de lo más curiosa. Este link te lleva a su maravilloso sonido de orquesta de jazz latino, y universo lounge de cocktails, glamour, estudios de cine, actrices-modelos, chihuahuas, viejos excéntricos, etc etc...

Minujín = Alfajores + Arte.
Salimos del cine y pasamos a retirar nuestras credenciales. De vuelta en casa almorzamos verduras y queso. Mariela en forma de ensalada y yo de sánguche. Se inició entonces el conflicto por la adjudicación de las respectivas entradas. Una sub trama de estas crónicas que merecería un relato aparte. Que hay entradas, que no. Que el sistema no responde. Que no está hecho para celulares. Que la película que queremos ver no aparece en las opciones de la interface. Después de un rato, te las arreglás para ir a ver algo, pero es un combate que te deja bastante estresado. Finalmente decidimos tomar el colectivo hacia el Museo de Arte Moderno para ir a ver una de la sección Film Noir.

Ehh ¿Por qué era que
estábamos peleando?
Acorralado: lo que parecía ser una joya del cine negro (le tengo mucha fe a los programadores) resultó ser un bodrio de casi dos horas en los que un tipo entraba a una habitación, se encontraba con alguien y dialogaban. Una y otra vez lo mismo. Cambiaban las habitaciones, los tipos (a veces) y los diálogos. El personaje principal tenía algunas buenas salidas de tipo duro a lo Glenn Ford en "Los Sobornados", pero más allá de eso, no había ninguna gracia. Para colmo, las traiciones y dobletraiciones dialogadas se enroscaron tanto, que no había forma de disfrutar la intriga. Mariela más tarde confesaría que cabeceó del sueño y otra persona la vio, con lo cuál, hizo un esfuerzo por mantenerse recta mirando la pantalla. Yo no se lo dije pero me pasó lo mismo. Acorralados.

Volvimos caminando por la rambla, sacando fotos y fumando cigarrillos. Fue un día muy soleado y había muchísima gente paseando su perro, haciendo footing, tomando birra en patota, andando en skate o derivados, teniendo citas amorosas. En las playas las gentes tomaban sol y mates. El atardecer y los edificios se turnaban para imponer distintas luces y temperaturas sobre los cuerpos. Al llegar, compramos una tarta de acelga y subimos a comerla. Mariela durmió, yo empecé a escribir esto. En un rato bajaríamos al Auditorio a ver una muy esperada de la competencia oficial, y nuestra tercer película en el día.
haciendo la horizontal.
Ramblanding en cueros.
los molinos estos.




vamos negro vos podés!
 Moonlight: en un barrio picante de Atlanta (creo) un negro flacucho de 10 años, sin padre y con madre paquera, intenta sobrevivir al bullyng violento y a los destratos de esa madre. Un dia se esconde en un aguantadero y es hallado por un negrote rudo que se apiada de él. Así empieza este drama social, con la lupa bien pero muy bien puesta en ese negrito atrapado en unas circunstancias inexorablemente trágicas. Una gran película con dos cualidades destacables: momentos muy emotivos (con diálogos enormes), y un estilo visual muy refinado que, sin atentar contra la crudeza o el realismo, compone unas fotos hermosas. 

Titular tu obra fotográfica "Luz de Luna" es osado, pero Moonlight resplandece y sostiene tal pretensión.

Salimos del auditorio caminando y, casi por inercia, fuimos hacia el "Punto de Encuentro" del festival. Era en el parador Torreón, había una mezcla de chabones re modernos con gente mucho peor vestida que la gente normal. También un salón con luces, un DJ que ponía temas malísimos pero los empeoraba con sus remezclas y una barra con tragos exóticos que en los papeles parecían muy buenos (ron con jengibre y no se qué más), pero en realidad carecian de alcohol. Pedimos dos de esos y al lado nuestro unas minas pidieron Whisky. Me sentí un idiota. Terminamos los tragos y nos fuimos antes de que toque Palo Pandolfo.

En casa planificamos las películas del día siguiente y nos fuimos a dormir. A pesar de las dificultades para hacer funcionar nuestras acreditaciones de $350 pesitos, la hicimos bien, combinando competencia oficial, cine clasico y documentalismo. Festival, de lleno.

A propósito de la luz de luna, me despido con una canción: Moonlight Feels Right, de Yukihiro Takahashi. Sta mañana. 

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