lunes, 28 de noviembre de 2016

DIA 5 - MIERCOLES 23 - HUMANOS VS REPTILOIDES




Fui el héroe de la mañana, yendo a buscar un laverrap y a catar el estado climático, como hacen los guardavidas con el estado del mar. Volví y tomamos café. Algo que no dije fue que, cada vez que comimos afuera (prácticamente todos los días), trajimos sobras a la casa. Cada tanto, manoteaba de los restos.
El hermoso estilo Speer.
Teníamos que ver una peli brasilera de la competencia internacional. Encaramos hacia la fascinante explanada. El sol brillaba sobre baldosas, ventanas y los capós de los coches. Una brisa marina nos saludó besándonos la cara. Gentes con credenciales iban y venían, felices. En la cola para entrar nos detectó Pietragalla, profesora mía en la escuela de cine. Automáticamente aprovechó nuestra situación y se nos pegó, salteándose como a 150 seres humanos de hilera. Nos hizo cómplices de su fechoría, pero retribuyó con buenísima onda y sabiduría cinéfila. Entramos y conseguimos buenos asientos.

Altisima esta banda sonora
Aquarius: antes de venirnos para MDP vimos el tráiler. Parece que una empresa constructora se empeña en comprarle el departamento a una mujer, o una mujer se empeña en no vender su departamento a una empresa constructora. Había música y movimientos de cámara que susurraban suspenso. Podría ser una historia extrema, podría haber humor negro. Nada de eso. Resultó una historia encantadora, en donde una heroína que se ganó el aplauso de la sala en varios pasajes de la peli se enfrentaba, con toda su humanidad, a la lógica fría y antihumana del capitalismo. Llena de momentos simbólicos, la temática de la peli me pareció que era el potencial del humano para atravesar esta vida. Eso era lo que se ponía de manifiesto, en un personaje, admito, tal vez demasiado perfecto. Pero bien por ella, que con su ejemplo inyecta de orgullo a todos los que, con aciertos o errores, nos oponemos de algún modo a la lógica antihumana imperante. Y por eso, creo, el publicó la adoró así, cada vez más firme y ejemplar a medida que avanzaba el metraje.
la magia del comic.
Cine? Ah si, a la peli un poco le costaba empezar, y cuando terminó, se me ocurrió que era toda una gran presentación de personaje. La cámara, por su parte, se comportó de manera bastante divertida y elocuente varias veces, como esa en que, a través de la composición de un juego de miradas entre la protagonista y la joven novia del sobrino, expresa esos momentos en que dos desconocidos pegan una muy buena onda entre sí. “Acciones”, entre comillas, como esa, eran las que trascurrían en cada escena, lo que refuerza la idea de película “humanista”.

Salimos del cine e hicimos lo que uno siempre hace, prender el celular. Me llegó un mensaje de Naza avisando que la peli anunciada como “sorpresa” era nada más y nada menos que una de Mariano Llinás, el mismísimo de la peli “Balnearios”. Caminamos hasta el Ambassador a ver si habían entradas. En el camino encontramos una librería con mesas de ofertones. Compré dos historietas de una colección llamada “tragedias del rock”. Uno con la tragedia de John Lennon y otro con la de Michael Jackson. Son geniales, no tienen desperdicio. Al llegar al cine donde darían la peli “sorpresa” me encontré con otro viejo conocido: Santiago B.
pará con la fotitos nene.
Estaba con su novia y un amigo grandote y con cara de malo haciendo la cola para entrar a la sala. Nos anoticiaron que la peli duraba 3 horas y media. No quisimos someternos. Charlamos un poco del festival. Yo hice un comentario sobre el “Cine Bullying” y el grandote con cara de malo adivinó enseguida a qué película me refería. Él también se había molestado con Los Ganadores, y le habían dado muchísimas ganas de pegarle al realizador de Actor Martínez. Qué lindo entenderse así con la gente. Sobre todo con la gente grandota y con cara de malos.

LoboMarinos de concreto, para los
románticos atardeceres Marplatenses.
Teníamos entradas para un clásico de Hollywood a las seis y media, con lo cual, caminamos sin rumbo. Pasamos por algunos lugares curiosos, como el Teatro Español o una mezquita islamita, que además de una fachada muy hermosa, tenía una puerta lateral con un cartel que indicaba que esa era la puerta de acceso para las mujeres. Cuando se hizo la hora, nos metimos a ver un clásico de los 50’s, de la sección “Superproducciones”. Según informaba el librito, en 35 mm, como corresponde.

Si la historia la escriben
los que ganan...

Boxers: puños justos y
armoniosos para la
liberación.
55 días en Pekín: una de esas películas de la época en que el cine competía con la tele, y por eso tiraban toda la carne al asador. Miles de extras, escenografías brutales, vestuarios exuberantes, etc. La textura del fílmico hacía que todo fuera como caramelo visual. Lástima ese argumento super pelotudo, en donde los ingleses, yanquees, rusos imperiales, alemanes y japoneses son los buenos, y Los Boxers (chinos revolucionarios) son los malos. Partiendo de esa premisa ridícula, las aventuras y desventuras se hacían medio difíciles de “sentir”. Realmente uno quería ver al cowboy yanquee (un Charlton Heston infumable) y al gentlemen inglés morir en manos del pueblo chino. Además, los Boxers chinos tenían muchísima más onda para vestir, pelear y eran los únicos que hablaban de libertad y que sufrían pobreza. La verdad, un cine muy colorido y dinámico, pero con una carga ideológica pornográfica hasta el paroxismo.

Salimos del cine mitad compungidos mitad cagados de risa. Caminamos por la noche barajando posibles restoranes. Paramos en el que más me agrada: Punto y Banca. Frente a la plaza, que está frente al casino. Hice un pequeño numerito de que me dolía la panza y que estaba engordando mucho y que quería bajar de peso, pero me comí un guiso de mondongo a la española espectacular. Mariela pidió empanadas. Arremetimos con un vino y nos volvimos al departamento. Nos pusimos a leer las historietas que habíamos comprado. La de Michael me hizo llorar. No mentira, era conmovedora pero aún así me hizo reír. En eso aparecieron mensajes de Quique, el amigo que nos prestó alojamiento, avisando que su hija aterrizaría el viernes a la madrugada, con lo cual, deberíamos irnos ese día a la tarde. Desde donde estábamos, podíamos divisar el final del festival para nosotros. Ya teníamos las entradas para el siguiente día, que sería el anteúltimo…

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