Fui el
héroe de la mañana, yendo a buscar un laverrap y a catar el estado climático,
como hacen los guardavidas con el estado del mar. Volví y tomamos café. Algo
que no dije fue que, cada vez que comimos afuera (prácticamente todos los
días), trajimos sobras a la casa. Cada tanto, manoteaba de los restos.
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El hermoso estilo Speer. |
Teníamos
que ver una peli brasilera de la competencia internacional. Encaramos hacia la
fascinante explanada. El sol brillaba sobre baldosas, ventanas y los capós de
los coches. Una brisa marina nos saludó besándonos la cara. Gentes con
credenciales iban y venían, felices. En la cola para entrar nos detectó
Pietragalla, profesora mía en la escuela de cine. Automáticamente aprovechó
nuestra situación y se nos pegó, salteándose como a 150 seres humanos de
hilera. Nos hizo cómplices de su fechoría, pero retribuyó con buenísima onda y
sabiduría cinéfila. Entramos y conseguimos buenos asientos.
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Altisima esta banda sonora |
Aquarius: antes de venirnos para MDP vimos el
tráiler. Parece que una empresa constructora se empeña en comprarle el
departamento a una mujer, o una mujer se empeña en no vender su departamento a
una empresa constructora. Había música y movimientos de cámara que susurraban
suspenso. Podría ser una historia extrema, podría haber humor negro. Nada de
eso. Resultó una historia encantadora, en donde una heroína que se ganó el
aplauso de la sala en varios pasajes de la peli se enfrentaba, con toda su
humanidad, a la lógica fría y antihumana del capitalismo. Llena de momentos
simbólicos, la temática de la peli me pareció que era el potencial del humano
para atravesar esta vida. Eso era lo que se ponía de manifiesto, en un
personaje, admito, tal vez demasiado perfecto. Pero bien por ella, que con su
ejemplo inyecta de orgullo a todos los que, con aciertos o errores, nos
oponemos de algún modo a la lógica antihumana imperante. Y por eso, creo, el
publicó la adoró así, cada vez más firme y ejemplar a medida que avanzaba el
metraje.
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la magia del comic. |
Cine? Ah si,
a la peli un poco le costaba empezar, y cuando terminó, se me ocurrió que era
toda una gran presentación de personaje. La cámara, por su parte, se comportó
de manera bastante divertida y elocuente varias veces, como esa en que, a
través de la composición de un juego de miradas entre la protagonista y la joven
novia del sobrino, expresa esos momentos en que dos desconocidos pegan una
muy buena onda entre sí. “Acciones”, entre comillas, como esa, eran las que trascurrían en cada
escena, lo que refuerza la idea de película “humanista”.
Salimos
del cine e hicimos lo que uno siempre hace, prender el celular. Me llegó un
mensaje de Naza avisando que la peli anunciada como “sorpresa” era nada más y
nada menos que una de Mariano Llinás, el mismísimo de la peli “Balnearios”.
Caminamos hasta el Ambassador a ver si habían entradas. En el camino
encontramos una librería con mesas de ofertones. Compré dos historietas de una
colección llamada “tragedias del rock”. Uno con la tragedia de John Lennon y
otro con la de Michael Jackson. Son geniales, no tienen desperdicio. Al llegar
al cine donde darían la peli “sorpresa” me encontré con otro viejo conocido:
Santiago B.
Estaba con su novia y un amigo grandote y con cara de malo haciendo
la cola para entrar a la sala. Nos anoticiaron que la peli duraba 3 horas y
media. No quisimos someternos. Charlamos un poco del festival. Yo hice un
comentario sobre el “Cine Bullying” y el grandote con cara de malo adivinó
enseguida a qué película me refería. Él también se había molestado con Los
Ganadores, y le habían dado muchísimas ganas de pegarle al realizador de Actor
Martínez. Qué lindo entenderse así con la gente. Sobre todo con la gente
grandota y con cara de malos.
pará con la fotitos nene. |
LoboMarinos de concreto, para los románticos atardeceres Marplatenses. |
Teníamos
entradas para un clásico de Hollywood a las seis y media, con lo cual,
caminamos sin rumbo. Pasamos por algunos lugares curiosos, como el Teatro Español
o una mezquita islamita, que además de una fachada muy hermosa, tenía una
puerta lateral con un cartel que indicaba que esa era la puerta de acceso para
las mujeres. Cuando se hizo la hora, nos metimos a ver un clásico de los 50’s,
de la sección “Superproducciones”. Según informaba el librito, en 35 mm, como
corresponde.
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Si la historia la escriben los que ganan... |
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Boxers: puños justos y armoniosos para la liberación. |
55 días en Pekín: una de esas películas de la época
en que el cine competía con la tele, y por eso tiraban toda la carne al asador.
Miles de extras, escenografías brutales, vestuarios exuberantes, etc. La
textura del fílmico hacía que todo fuera como caramelo visual. Lástima ese
argumento super pelotudo, en donde los ingleses, yanquees, rusos imperiales,
alemanes y japoneses son los buenos, y Los Boxers (chinos revolucionarios) son
los malos. Partiendo de esa premisa ridícula, las aventuras y desventuras se
hacían medio difíciles de “sentir”. Realmente uno quería ver al cowboy yanquee (un
Charlton Heston infumable) y al gentlemen inglés morir en manos del pueblo
chino. Además, los Boxers chinos tenían muchísima más onda para vestir, pelear
y eran los únicos que hablaban de libertad y que sufrían pobreza. La verdad, un
cine muy colorido y dinámico, pero con una carga ideológica pornográfica hasta
el paroxismo.
Salimos del
cine mitad compungidos mitad cagados de risa. Caminamos por la noche barajando
posibles restoranes. Paramos en el que más me agrada: Punto y Banca. Frente a
la plaza, que está frente al casino. Hice un pequeño numerito de que me dolía
la panza y que estaba engordando mucho y que quería bajar de peso, pero me comí
un guiso de mondongo a la española espectacular. Mariela pidió empanadas.
Arremetimos con un vino y nos volvimos al departamento. Nos pusimos a leer las
historietas que habíamos comprado. La de Michael me hizo llorar. No mentira,
era conmovedora pero aún así me hizo reír. En eso aparecieron mensajes de
Quique, el amigo que nos prestó alojamiento, avisando que su hija aterrizaría
el viernes a la madrugada, con lo cual, deberíamos irnos ese día a la tarde.
Desde donde estábamos, podíamos divisar el final del festival para nosotros. Ya
teníamos las entradas para el siguiente día, que sería el anteúltimo…
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